sábado, 15 de abril de 2017

Debajo de la cama

Me encontraba con mis dos hermanos en mi habitación jugando mientras mis padres habían salido a cenar y volverían muy tarde, es por ello que aprovechamos ese tiempo en el que nunca nos dejaban quedarnos despiertos hasta tan tarde para poder divertirnos lo máximo posible.

Mi hermano del medio y yo nos encontrábamos jugando a la computadora, mientras que el más chico estaba jugando con una pelota dentro de la habitación, lo cual era bastante molesto debido al ruido que hacía y que frecuentemente tiraba ciertas cosas, es por ello que muchas veces le dije que utilizara otra cosa para jugar, pero no me hizo caso, incluso le advertí que le iba a contar un cuento de miedo para que de esa manera se atemorizara, pero no me hizo caso.

En un momento se le cayó la pelota debajo de la cama, y nos pidió que la sacáramos porque tenía miedo, pero nosotros no le hicimos caso e incluso le dijimos que la busque él mismo si ls quería.

Luego de pasar mucho tiempo jugando a unos juegos que tenía en mi computadora, le pregunté a mi hermano del medio dónde se encontraba el menor, debido que hace tiempo que no lo escuchaba, y no supo responderme ya que tampoco sabía. Le dije que lo fuera a buscar a la cocina y yo lo iba a buscar afuera de la casa, pero al bajar de la silla en donde me encontraba pensé que quizás estaba escondido en algún lugar, por lo que me acerque a la cama en donde se le había caído la pelota y escuche un ruido, por lo que supe que era él.

Incluso al pararme al lado de la cama él me empezó a tocar el tobillo del pie con su mano, pensando que me iba a asustar, ya que siempre lo hacía asustar con mis cuentos de terror. Algo que no le presté atención, hasta el momento en que escuché a mi otro hermano que me gritó: “Aquí está viendo televisión en la cocina”.

Esta historia nunca será vieja. Para los que nunca la han oído...

Erase una vez un niño el cual seguidamente se quedaba solo en su casa,sus padres estaban muy ocupados en cosas referentes al trabajo.

Un día los padres del niño deciden regalarle un perrito al niño,al niño le encantó el detalle,y enseguida se convirtieron en compañeros inseparables.

Una noche lluviosa,el niño se encontraba durmiendo,cuando de repente escucha un ruido extraño,se asemejaba a arañazos,el no hace caso al ruido y para sentir sensación de seguridad,baja su mano bajo la cama para que su perro se la lama.

Más tarde de nuevo escucha el ruido,nuevamente no hace caso ninguno,de nuevo baja la mano bajo la cama para que el perro se la lama

Hasta que mas tarde escucha algo diferente, goteras y ahí se levanta a ver que es lo que sucede,los ruidos provenían del baño,al entrar al baño,encuentra lo inesperado. Los arañazos que había escuchado eran los de su perro que estaba en sus últimos momentos dando todas sus fuerzas para no morir ahorcado,sus uñas rozaban el suelo al estar colgado.

Y las goteras eran la sangre de los ojos del perro que se hallaban medio salientes a consecuencia de el ahorcamiento,pero lo más aterrador era que en el espejo estaba escrito con sangre.

"No solo los perros lamen".

viernes, 14 de abril de 2017

Huéspedes malditos

Se mudaba la familia con mucha ilusión a una derruida casa, la cual a pesar de su mal estado, significaba mucho para ellos, ya que esto les abría las puertas a una nueva vida. En su primera noche, por fuerza de la costumbre, se acomodaron los seis hijos en el mismo cuarto; aquel con un gran árbol junto a la ventana. Aunque la emoción de su nuevo hogar era mucha, mayor era el cansancio y cayeron todos dormidos. Cercana la media noche, un ruido constante y rítmico, despertó al padre; él fue directo a la habitación de los chicos con intención de reprenderlos por seguir despiertos, sin embargo, no fue capaz si quiera de llegar a la puerta. A la mitad del pasillo, la luz de la Luna fue suficiente para revelarle la figura de una persona colgada en el centro del cuarto, meciéndose aún, y chocando sus flácidos pies contra la pared. Pensando en no alarmar a su familia, quiso tragarse las emociones, pero la idea de que el colgado fuera alguno de sus hijos, le sacudió el cuerpo, sin ser capaz de contener los gritos. Los chicos saltaron alarmados ante aquellos alaridos y uno de ellos encendió las luces mientras los demás se abrazaban temerosos. Ya con la habitación iluminada, la temible silueta pendiendo de una soga había desaparecido, y el señor se fue calmando de a poco. Igual esa noche, les prohibió quedarse ahí, los llevó consigo al cuarto contiguo, donde pasó toda la noche en vela, nervioso, comiéndose las uñas y desesperado porque amaneciera. Pero quería el destino que la noche se tornara eterna, y el pobre hombre angustiado escuchara retumbar en sus oídos, aquellos pies golpeando el muro. Cuando reunió valor para presenciar la escena de nuevo, fue a investigar, pero en esta ocasión, el escandalo lo provocaba un joven debilucho y malhumorado, abriéndole la cabeza a una chica con un bate. Esta vez, el señor tenía la calma suficiente para encender la luz, logrando que aquellas visiones se fueran; entendiendo también, que esto era una solución temporal. La cual al paso de los minutos resultó mala idea, pues los espectros se trasladaron hasta la habitación que ahora ocupaban. Una anciana cargando un hacha, y arrastrando un bulto sanguinolento, atravesó el portal, y bañó de sangre los cuerpos de los niños que dormían en el suelo. Horrorizado, el hombre encendió la luz, el espíritu desapareció junto con su víctima y llevándose sus rastros. En un arranque de aparente locura, el individuo fue iluminando cada rincón, ante las miradas confundidas de sus familiares. Noche tras noche sucedió lo mismo. Las macabras escenas de muerte se presentaban cerca de las doce, a veces el hombre alcanzaba a iluminar toda la casa a escondidas de su durmiente familia, pero en otras se veía envuelto en esa terrible historia de terror lacual no comprendía, pues según le dijeron en esa casa habitó una dulce anciana acompañada de un enfermizo y agradable nieto. Pero, solo se conoce de verdad a las personas cuándo se vive con ellas, sin importar que ya pertenezcan al mundo de los muertos. Eso solo lo dejaban con opciones: llevarse a su familia de ahí o aprender a convivir con sus huéspedes malditos.

El juego de la llamada

Antes de que te explique las reglas del juego hay una serie de requisitos que es obligatorio cumplir. Primero, tienes que estar completamente solo en casa; si hay alguien más no sucederá nada. Segundo, debes realizarlo bien entrada la noche, más allá de las doce. Y, por último, tienes que asegurarte de tener dos teléfonos en casa. Estos dos teléfonos tienen que que ser de tu propiedad, no pueden ser de un amigo o de un familiar, y da igual si son teléfonos móviles o fijos siempre y cuando solo tú tengas control sobre ellos. Una vez hayas cumplido estos requisitos, necesitarás dos cuartos para poder jugar, y ambos cuartos tienen que estar iluminados (el resto de la casa no). Por razones que explicaré más adelante, asegúrate de que haya cierta distancia entre los cuartos o lo pasarás verdaderamente mal. Después, deja uno de los teléfonos en un cuarto, cierra la puerta y ve a la otra habitación. Una vez estés allí con el teléfono que haya sobrado, comienza a llamar al otro cuarto. Si a los diez tonos no ha ocurrido nada, mala suerte: cuelga la llamada e inténtalo otro día. Si alguien llama a alguno de los teléfonos o suena algún mensaje entrante, el experimento finalizará. Por el contrario, si alguien ha acudido a la llamada, oirás un silencio mortificante, seguido por extraños susurros y sonidos parecidos a muebles moviéndose. No te asustes, y por lo que más quieras no cuelgues la llamada, ya que la persona que está al otro lado de la línea lo verá como de muy mala educación. Una voz muy gutural pero manejando de forma perfecta el idioma te saludará de manera muy cordial e iniciará una conversación. Primero te preguntará cosas triviales, pero cuando los minutos vayan avanzando te pedirá cosas más y más personales que te verás obligado a contestar por parecer bien educado. Llegará un momento en el que te preguntará dónde está tu cuarto, y tú, habiendo caído en su manipulación (hazme caso, su poder de convencimiento es increíble), se lo dirás. No importa que corras ni que te intentes resistir, no habrá manera de que puedas sobrevivir a eso. Por cierto, si en medio de la conversación le mientes diciendo que tienes poca batería o poca cobertura, no se lo tomará nada bien, y si de hecho te quedas sin batería… bueno, digamos que cortar una conversación es ser muy irrespetuoso. Ten la suficiente fortaleza como para no llegar al extremo de revelar en dónde estás: pídele, por el contrario, jugar a un juego. Aquí viene la parte más difícil; lo de antes no era nada comparado con lo que viene ahora. El espectro va a salir de su cuarto y va a comenzar a recorrer la casa, buscándote. Tocará varias veces la puerta de una habitación, dirá: «¿Estás ahí?», y entrará. Créeme cuando te digo que sentirás de forma asfixiante una presencia cada vez más y más cerca de ti, podrás incluso oír sus pisadas por el pasillo mientras te busca. Rápidamente, apaga la luz de tu cuarto, escóndete y quédate completamente quieto. No apagues el móvil ni finalices la llamada, solo no hables. Asegúrate de estar bien escondido y no hacer ningún ruido. Cuando tu invitado toque la puerta, pregunte por ti y entre, sentirás un deseo increíble de salir de tu escondite para acabar con tu angustia. No lo hagas. Por lo que más quieras, por muy mal que te encuentres, por que sientas que la presencia es demasiado fuerte para aguantarla, no salgas de tu escondite. El espectro solo se quedará un minuto o así en tu cuarto hasta que decida cerrar la puerta y volver a su sitio. Una vez lo hayas oído regresar a la otra sala iluminada, sal de tu escondite con total confianza. Tu interlocutor dirá que ha disfrutado mucho contigo, pero que desgraciadamente se tiene que marchar. Agradécele la conversación que habéis tenido y espera a que cuelgue. Todavía no enciendas las luces de toda tu casa ni te vayas de donde estás: has sufrido mucho, así que vas a ser recompensado. Pocos minutos después de que haya finalizado el juego, recibirás una llamada del otro teléfono. Contesta o si no todo lo mal que lo has pasado habrá sido en vano (quitando esto, no serás castigado por no contestar). Una vez que lo hayas cogido, oirás una voz monótona que dirá: «Seleccione su premio». Si pulsas el uno, podrás escuchar algo muy revelador sobre tu futuro (que podrás alterar o dejarlo como está). Si pulsas el dos, escucharás algo secreto sobre ti que desconocías por completo y que cambiará tu vida. Si pulsas el tres, recibirás una pequeña habilidad que será traducida en la buena suerte. No serán cosas increíbles como ganar la lotería o encontrar al amor de tu vida, pero sí pequeñas casualidades que salvarán tu día a día: encontrar una pequeña cantidad de dinero por la calle, aprobar un examen para el que apenas estudiaste… Cosas de ese estilo. Si pulsas el cuatro, tus heridas (e incluso quemaduras) cicatrizarán con sorprendente facilidad. Si pulsas el cinco, la persona a la que amas también se enamorará perdidamente de ti. Si pulsas el seis, al día siguiente, en el que cuarto en el que se hallaba el espectro, encontrarás un objeto que siempre deseaste (de nuevo, nada espectacular como un descapotable, pero sí cosas como un ordenador mejor, unos billetes de avión para un viaje…). Una vez que hayas elegido, la llamada terminará automáticamente. Recoge el otro teléfono, enciende las luces y sigue tu vida con normalidad. Si estás pensando en hacer el juego seis veces para obtener todos los premios, la segunda vez que lo intentes la manipulación que ejercerá sobre ti tu interlocutor será ya imposible de evitar, así que no te sugiero que lo sigas intentando

La pequeña y su muñeca

"¡Mamá, quiero esa muñeca!" Dijo la pequeña Isabel totalmente nerviosa por tener una nueva muñeca. "Volveremos mañana para comprártela, ¿vale? pero recuérdamelo, Isabel" le contestó su madre en la misma tienda de antigüedades. Isabel tenía sólo siete años y medio, pero ella podía tener todo lo que le gustaba gracias a su mirada de pena que les ponía a sus padres. Esa misma noche, la pequeña tuvo dificultades para dormirse ya que sólo pensaba en su futura nueva muñeca. Incluso si tenía un brazo menos, era la muñeca de porcelana más bonita que había visto nunca. Ella tenía muchas, pero esa iba a ser la más bonita de su colección. A la mañana siguiente, Isabel desayunó viendo sus dibujos favoritos, como cada mañana. Había soñado tanto con su muñeca que tenía sueño, estaba cansada y ya no quería esa muñeca. Ya no le gustaba. Así que pasó el día entretenida con otras cosas y no le recordó a su madre que tenían que ir a por la muñeca, porque ya no la deseaba. Llegó la noche e Isabel fue a acostarse al piso de arriba. Ella tenía miedo de estar arriba sola, así que su madre subía con ella y se ponía en la habitación de al lado a coser. Una media hora más tarde de haberse acostado, una voz aguda despertó a la niña susurrándole al oído: "Subo 1, 2, 3 escalones..." La pequeña Isabel gritó asustada llamando a su madre: "Mamá, hay alguien en la escalera que hace ruido" Su madre la tranquilizó diciendo que no había nada en absoluto. En cuanto la madre abandonó la habitación, Isabel volvió a oír ese susurro que le dijo "Subo 4, 5, 6 escalones..." De nuevo Isabel llamó a su madre. Su madre le volvió a contestar que se tranquilizara, que sería el ruido del frigorífico. Pero la pequeña voz continuó subiendo las escaleras: "Subo 7, 8, 9, 10 escalones y ya estoy en el pasillo", repitió la pequeña voz con una risa sarcástica. A la mañana siguiente, la madre de Isabel se sorprendió de despertarse antes de ella. Pero pensó en las dificultades que había tenido para dormirse y pensó que estaría cansada. Pero transcurrida una hora le pareció raro que aún no se hubiera despertado, por lo que subió a ver cómo estaba su hija. La madre gritó con terror viendo a su hija ahogada en su propia sangre y apuñalada más de 17 veces, con el brazo arrancado y viendo a esa pequeña y adorable muñeca de la tienda de antigüedades con el brazo de su hija como sustituto del suyo.

La Ouija

Estábamos jugando a la Ouija con Daniela y Rigoberto, eran las 12:48 y ya habíamos terminado la sesión. Fueron largos 48 minutos de escalofrío y curiosidad, nada interesante, nada. En absoluto, no pasó nada. Ahora me doy cuenta que la Ouija siempre fue una farsa. Martes 9 de diciembre del 2006: Rigoberto es un terco, me ha insistido a que juguemos a la Ouija otra vez. Le pregunté a Daniela y me dijo que le daba lo mismo, así que en la noche nos juntaríamos otra vez. 12:00 Pm en la noche: Mis padres habían salido, mi casa estaba oscura, sólo unas cuantas velas nos daban luz. La noche era perfecta para la sesión de Ouija. Empezamos a hacer los rituales habituales cuando empezó a pasar el tiempo. Abrimos la puerta del más allá y Rigoberto se puso raro. ¿Qué le pasa?, le pregunté a Daniela. Rigoberto se paró y dijo que iba a vomitar al baño, pues estaba mareado. Empezamos a escuchar una voz del baño, parece que estaba hablando solo. Tuve que ir a verlo y cuando entré, lo vi hablando con el espejo. ¿Qué te pasa?, pareces un loco. Nada, estaba viéndome al espejo, parece que estoy pálido. ¿Y porque hablabas? Yo no he hablado. No había caso, me juraba que según él, no estaba hablando. Tuve que callar. Miércoles 10 de diciembre del 2006: Hoy fue un día muy malo, Primero cuando estábamos en clase, Rigoberto empezó a portarse mal y la profesora le llamó la atención. Rigoberto la insultó y lo suspendieron. No sé qué le pasa, está muy raro últimamente. Jueves 11 de diciembre de 2006: He traído el diario al colegio, estoy espiando a Rigoberto, está portándose muy raro. Es recreo. Lo estoy siguiendo, por ahora solo va caminando por el pasillo. Hey, ha chocado con alguien, están discutiendo, parece que va a haber pelea. Después sigo escribiendo, han tocado la campana. Segundo recreo: Se ha armado la pelea, los alumnos han formado un círculo y Rigoberto y el otro tipo van a pelear, esto esta bueno. Oh!, el tipo le ha dado un puñetazo a Rigoberto... ¡Qué mierda!, Rigoberto ha sacado una cuchilla, ¿Que?... El 24 de Agosto, este diario fue encontrado botado por los alrededores del colegio que fue cerrado, estas páginas no alcanzan a contar el desenlace de esta historia, pero yo soy uno de los sobrevivientes de la tragedia. Me llamo Raymundo, y vi todo lo que pasó, asi que, he querido escribirlo aquí, pues quiero que el que esté leyendo esto, lo sepa, sepa lo que pasó ese día... Rigoberto sostenía el cuchillo, y se lo clavó en el cuello al "tipo", después fue matando a todos los del círculo y a los que corrían, los perseguía cuchillo en mano. Yo estaba debajo de la escalera, me había alcanzado a refugiar. Rigoberto también mató a su amigo, el dueño del diario, clavándole el cuchillo en la frente. Después llegaron las autoridades del colegio y asesinó a todos los profesores. El colegio estaba lleno de sangre y cadáveres. Era un verdadero infierno, y ese demonio, ese chico, con el cuchillo en la mano y la camisa del colegio llena de sangre. El director logró sostener del brazo al niño y le arrebató el cuchillo, pero este, corrió hacia los baños, se encerró en una cabina y se suicidó. Nadie sabe qué le pasó a Rigoberto, porqué, ese cambio tan repentino. Pero después de yo haber leído tantas veces este diario, he llegado a la conclusión que la Ouija fue lo que le hizo mal…

¿Quieres Jugar Conmigo?

Veo mi presente tan color de rosas. Entrevistas, programas de radio, reportajes y un sinfín de charlas que he dado a lo largo de los años exponiendo mi caso me han dado el bienestar que tengo hoy en día… pero cada vez que debo hablar del tema me sigue consumiendo el miedo. Aún recuerdo cuando tenía mi brazo izquierdo… maldición, de solo pensarlo se me acelera el corazón. Ahora, escribiendo mi experiencia para un diario importante del país, volveré a contar qué fue lo que ocurrió aquel día. No, no solo fue cuestión de un día. Primero que nada me presentaré ante todos: Soy Sergio Acevedo, un viejo jubilado de ya 65 años. He tenido la “suerte” de vivir algo terrorífico en mi adolescencia, cosa que me hizo dedicarme de lleno al mundo del terror, pero en ningún proyecto de los que he trabajado me ha puesto los pelos de punta como mi… trauma. Los contextualizaré un poco. En esos años vivía en un pequeño pueblo junto a mi madre. Mi padre había fallecido por un cáncer mal tratado. Con lo poco que teníamos pude estudiar. Siempre intenté ayudar a mi madre en lo que pude, pero cuando quería buscar un trabajo después de clases siempre me decía lo mismo: “Descansa hijo. Debes ser el mejor de la clase para que cuando tengas hijos no pasen por lo mismo”. Claro, con esa frase más ganas me daban de traer un poco de dinero extra en a la casa. Vivíamos de oficios que hacía ella, como por ejemplo lavar la ropa de los vecinos, cuidarle los bebés, etc. Era toda una luchadora. Pero bueno, volvamos al tema central. Cuando yo tenía solo 14 años recuerdo que hubo un fatal incendio, el cual consumió por completo una casa. Murió casi toda la familia que allí vivía, excepto una pequeña niña llamada Diana. Esa escena jamás la olvidaré… venía saliendo del colegio y me topé con un grupo inmenso de gente. Se escuchaban gritos desde muy lejos y el olor a cenizas lo podíamos sentir desde la sala de clases. La casa era casi como una mansión, le pertenecía a una familia de mucho dinero. La verdad nunca se supo la causa real del incendio. Solo el cuerpo de la sirvienta fue encontrado, los demás no. Como decía antes, salí del colegio corriendo para ver la escena y lo que más me impacto fue la cara de la pequeña Diana. No lloraba, no tenía cara de tristeza ni nada por el estilo. Era como si no tuviese sentimientos. Obviamente ante tal fatídico hecho se hizo un funeral en el cual todo el pueblo fue partícipe. El tema de los ataúdes fue algo simbólico, pues no había nada adentro. Fue extraño, todos lloraban. El sentimiento de dolor, angustia, pena e impotencia estaba en el cuerpo de todos, menos en el de Diana. Cuando le tocó a ella despedirse estoy seguro haber sido el único en darme cuenta de su expresión facial. Me aterró ver cómo, al acercarse a los ataúdes, se dibujó una escueta sonrisa casi diabólica. No tenía sentido, Diana tenía solo 10 años… ¡Debió haber estado llorando a mares! Luego de todo esto, Diana no podía quedarse sola, así que una familia la adoptó. Ella no se resistió, pero tampoco respondía. Los pseudopsicólogos que había en el pueblo nunca pudieron conectar con la pequeña. Se resistía a hablar. Pasó el tiempo y me había olvidado casi por completo del tema, hasta que ocurrió un hecho bastante extraño en el pueblo: Un chico del colegio había desaparecido. Las “autoridades” del pueblo investigaron todo lo que pudieron, pero no hallaron pista alguna. Los vecinos hacían búsquedas grupales por los alrededores del pueblo… sin ningún resultado. Era como si se hubiese esfumado por arte de magia. ¡Ja! Ojalá hubiese sido magia. Lo extraño siguió ocurriendo, esta vez en la casa de la familia adoptiva de Diana. De vez en cuando se escuchaban discusiones al interior de su hogar. Gritos de Diana eran muy recurrentes. El pueblo era pequeño así que se escuchaba en casi todas las casas. Todo esto pasaba y yo casi no me enteraba. La verdad, no me interesaba en lo más mínimo, hasta un día que me la topé cuando salía de clases. Recuerdo que iba camino a mi casa cuando se escucharon unos gritos de niña a lo lejos, pasaron unos minutos y Diana estaba corriendo en dirección a mí. Cuando estaba cerca la frené y le pregunté qué ocurría. Me miró y no dijo nada. “¿Necesitas ayuda o algo?”, pero me miraba fijamente a los ojos sin decir nada. Cuando me sentí incómodo y me disponía a seguir mi camino me dijo: “¿Quieres jugar conmigo?”. En el momento sentí ternura por ella y acepté. Me llevó a su casa y me recibieron muy felizmente. Demasiado diría yo: “¡Qué sorpresa! Es segunda vez que alguien habla con Diana. Quédate el tiempo que quieras, te serviremos lo que desees”, me decía su madre adoptiva. En ese momento me di cuenta que la familia que la había adoptado era de una situación económica bastante similar a la de sus difuntos padres. Le acepté gentilmente su ofrecimiento y Diana me esperaba en una habitación llena de juguetes. Estuvimos allí un buen rato, hasta que me di cuenta que era hora de irme a casa. “¿Vendrás mañana, verdad?”. Me parecía una buena niña, así que mi respuesta fue afirmativa. La verdad es que no me incomodaba jugar con una niña como ella. Además, lo hacía porque me daba pena su historia y al parecer no tenía amigos. Lo que me intrigaba era qué había pasado con su antiguo amiguito, y un día mi interrogante fue aclarada por la madre adoptiva: “Diana solía juntarse algunos días con Santiago, el pequeño que desapareció hace poco”. Ya me quedaba claro, su vida era desgracia tras desgracia, así que seguí yendo a su casa después del colegio. Hubo un solo problema, Diana era muy insistente, quería que estuviese todo mi tiempo con ella jugando. Y era raro, prácticamente jugaba sola, yo solo la acompañaba. Un día estaba muy cansado y le dije que debía irme temprano: “¿Qué ocurre? ¿Te aburres conmigo? Bueno, mañana haremos algo nuevo”. No le presté atención y me fui. Al siguiente día no pude ir, pero me enteré que los padres adoptivos se habían ido por un buen tiempo del pueblo. Le habían pagado a la sirvienta para que se quedara el tiempo necesario, según ella misma me contaba: “Me dijeron que una vez por semana iba a recibir mi paga, pero no sabían por cuánto estarían de viaje. Espero que no demoren mucho, Diana es una niña muy complicada”. Me extrañaba, yo nunca la había visto hacer nada raro: “Yo debo vivir prácticamente acá… si salgo de la casa, aunque sea un minuto, Diana puede destrozar la casa. Múltiples veces ha intentado incendiar la casa. A veces, durante la noche, se levanta dormida y agarra cualquier objeto para atacar a sus padres adoptivos… susurra “quiero que jueguen conmigo”. Sí, es una sonámbula peligrosa”. Después de eso me espanté un poco. No fui a esa casa por unas cuantas semanas, hasta que un día, saliendo del colegio, me esperaba Diana: “¿Ya no quieres jugar conmigo?”. Me espanté inmediatamente. No sabía qué hacer, así que la seguí hasta su casa. “¿Algo malo te dijo la sirvienta? Esa infeliz…”, la interrumpí antes de que terminara su frase. Apuré el paso para desocuparme rápido. Al día siguiente fui de nuevo, pero la sirvienta no me habló. Me hizo pasar rápidamente y se fue casi corriendo a la cocina. “¡Hey! Vamos a jugar, deja de fijarte en esa idiota”. Cada vez me sentía más extraño con Diana. “Sabes… todas las mañanas me dejan salir una hora. Nadie sabe qué hago o a dónde voy. Esa hora la uso para jugar con mi familia y mi otro amigo en una cabaña que está afuera del pueblo”, me decía mientras peinaba a una de sus muñecas. Lo siguiente hizo que mi corazón se acelerara: “Yo creo que mañana tendré listo un nuevo amigo. Tienes que venir sí o sí. Iremos cuando salgas del colegio”. No solo la frase me preocupó, sino que después, cuando iba saliendo, me encontré una carta a la entrada de la casa. La tomé y se la iba a pasar a la sirvienta, pero me miró con una cara de miedo total. Me la quedé y me fui. Cuando llegué a mi casa entré a mi cuarto y la abrí… era una carta de los padres adoptivos de Diana hacia la sirvienta: “Doña Susy, no podemos soportar más esta vida. Adoptar a Diana fue el peor error que cometimos. No nos podemos librar de ella, es… es un demonio. Cuando estamos lejos sentimos la presencia de ella como si nos estuviese espiando. No podemos vivir así. Sea buena con ella y no le pasará nada. Su pago se hará efectivo cada semana que esté allá. Nos despedimos de usted y de nuestra vida. Adiós”. Cada palabra que leía era peor. Sentía cómo me tiritaban las manos y la carta se movía. En ese momento fui un idiota y no hice nada. La sirvienta me había dado la carta por algo, era una señal. Quería que la ayudara pero no supe cómo actuar… ¡Tenía solo catorce años! Después de eso obviamente no quise ir al día siguiente. Empecé a sentirme perseguido. Cada vez que salía del colegio caminaba lo más rápido posible hasta mi casa, mirando hacia todos lados por si estaba Diana. Un día… un maldito día cuando llegué a mi casa, mi madre me recibe felizmente: “Hijo, la pequeña Diana te está esperando. Le serví una taza de leche por mientras. Es un amor esa niña, nunca la había visto así”. En mi mente automáticamente pensé “¡¿QUÉ?!”. Entré y la saludé: “Te vine a buscar para que vayamos a jugar a mi casa. Tengo todo listo”. No sabía qué hacer. Tenía miedo. Pensé que si la delataba haría alguna locura, así que la acompañé. Durante el camino la miré de reojo a cada momento. Me sentía muy inseguro. “Susy ha jugado mucho conmigo desde el día en que te fuiste”. No supe cómo reaccionar a esa frase. No sabía si era algo malo o bueno. Cuando llegamos, me hizo pasar a la sala de juegos. Antes de entrar había una cortina que antes no estaba: “¡Quédate allí! Es una sorpresa”. Sentía un olor extraño… un mal olor. Cada segundo que pasaba me desesperaba más, pero el punto de inflexión fue al escuchar que habían cerrado con llave la puerta. Me volteé para ver qué pasaba y no había nadie. Corrí a la puerta y forcejeé, pero no abría. En ese momento sentí un golpe y perdí el conocimiento. Al despertar estaba sentado, amarrado a una silla. Estaba tan bien atado que no podía moverme mucho. La escena era… terrorífica: Habían sillas ordenadas en una especie de círculo, y yo en medio. Pero, lo que había sentado en esas sillas me hizo gritar de inmediato por auxilio: Estaban los cuerpos de sus padres, el de un niño y el de la sirvienta. Los había peinado, vestido y pintado como si fuesen muñecos. Tenían el abdomen abierto, y se podía ver que tenían relleno de muñeco en el interior. “Veo que despertaste Sergio… te presento a mis padres. Todos pensaban que habían muerto, pero no. Yo incendié la casa para poder hacer esto. Ahora puedo jugar con mis padres, antes ni siquiera los veía por lo ocupado que estaban. ¡Ah! Te presento a Santiago, es un amigo que tuve que traerlo a la fuerza, pero nos llevamos muy bien. Y bueno, no creo que tenga que presentarte a Susy… ¡Ahora sí juega conmigo!”. Casi de inmediato comencé a llorar por la desesperación: “¡No me hagas nada por favor!... ¡AUXILIO! ¡AYUDA!”. Después de gritar Diana me enterró dos veces un cuchillo en mi brazo izquierdo: “Nadie te podrá escuchar, esta sala está aísla el ruido. Se lo pedí a mis padres adoptivos antes de que escaparan”. Después de eso se puso a cantar y a mover los cadáveres, los cuales expelían un olor terrible. “¿Por qué haces todo esto? ¿Por qué?”, le decía entre sollozos. “Yo solo quería jugar contigo, pero tú me abandonaste igual que estos idiotas. Ahora puedo divertirme con ellos… y pronto lo haré contigo”. Cuando dijo esto sentía que el corazón se me salía del pecho. Me intentaba mover para que las cuerdas se soltaran, pero no me resultaba. El brazo izquierdo cada vez me dolía más. Tenía un pequeño charco de sangre a mis pies. Diana seguía jugando como si nada. Yo prefería mantener los ojos cerrados, la escena era inimaginable. La impotencia que sentía era tan grande que volví a gritar como loco: “Te dije que te callaras, imbécil. Tendré que transformarte en mi muñeco, iré por relleno”, acompañó esa frase con múltiples apuñaladas a mi brazo herido. Temía por mi vida, sabía que era cuestión de segundos antes de que esta enferma me asesinara. Oía su cantar muy lejano, así que desesperado busqué lo que fuese para poder zafarme, pero no había nada. El brazo izquierdo ya se empezaba a adormecer, estaba perdiendo demasiada sangre. Sentía como los segundos pasaban y no podía hacer nada. En un momento de forcejeo pude soltarme las piernas, pero aun así nada podía hacer más que moverme muy incómodamente. Diana en cualquier momento llegaría. Había un borde en el cual empecé a frotar para que se cortara la cuerda. Me movía para arriba y abajo lo más rápido y fuerte posible para que rompiera la condenada cuerda, pero no funcionaba. Insistí tanto que me había cansado, el brazo seguía botando sangre y la desesperación ya me llevaba al límite. En un momento escuché a Diana acercarse. No sabía qué hacer y me quedé en el lugar, casi en shock. Cuando llegó traía un cuchillo más grande y afilado, junto con una bolsa llena de relleno. “¿Qué estás haciendo?”, sin pensarlo empecé a correr para embestirla. No sé cómo pero pude hacerlo y aun tenía la maldita silla en mi espalda. Cayó de inmediato y comenzó a gritar: “¡Ven aquí Sergio! Tienes que quedarte a jugar conmigo para siempre”. Empecé a embestir a la puerta lo más fuerte que pude, pero no abría. Diana se había parado y venía a atacarme. No sé cómo, quizás por la adrenalina y el saber que iba a morir, pero en la última embestida salí expulsado hacia afuera de la casa. Ella se quedó en la entrada y me advirtió: “No importa a donde vayas. Te encontraré y haré que juegues conmigo por siempre”. Corrí lo más rápido que pude, como nunca antes lo había hecho. Se me cruzó una persona y me preguntó qué me había ocurrido. Le conté todo y me llevó al hospital del pueblo. Cortaron las cuerdas y pude sacarme la silla de la espalda. Mi brazo lamentablemente había perdido mucha sangre y las puñaladas eran muy graves, así que me amputaron el brazo. Ya han pasado más de 50 años y sigo con temor. Nadie pudo encontrar a Diana, pero sí recuperaron los cuerpos. Según las autoridades jamás habían visto algo así. El miedo me invade aun porque, cada tantos años, recibo una carta en mi domicilio… lugar que cambio constantemente por lo mismo. La carta siempre dice lo mismo, ya no lo soporto más: “Sergio… Quiero jugar contigo”. " - Escrito por Vex (El Antro Bizarro)

La extraña criatura del armario

Julián era un joven atlético, alto, bastante fuerte y sobre todo, que afirmaba no temer a nada. Sin embargo, todo cambió cuando sus padres decidieron mudarse a otra localidad y concretamente, una casa en el campo alejada del resto del pueblo. Se trataba de una casa bastante amplia que no parecía esconder prácticamente ningún secreto para él, pero se equivocaba profundamente. Durante algún tiempo, las cosas parecían no haber cambiado en la vida de Julián, pero con el transcurso de los días comenzó a escuchar extrañas voces en el armario de su habitación que le ocasionaban numerosas pesadillas. En ocasiones Julián soñaba cómo una criatura bastante peluda salía del armario para llevárselo consigo, mientras que otras veces tenía una gran cantidad de sueños que no podía recordar por lo extraño de los mismos. Los padres del chico no sabían que hacer y decidieron optar por la vía psicológica para tratar de, en la medida de sus posibilidades, superar los numerosos miedos con los que contaba su hijo, pero nada mejoró en cuanto a la vida del joven, que solamente consiguió una serie de recetas para dormir. Un día de intensa lluvia decidió acostarse temprano porque a la mañana siguiente tenía que levantarse por la mañana para acudir al colegio. Cuando llevaba algunas horas dormido plácidamente y en descanso, al menos aparente, la puerta del armario de su cuarto se abrió y una mano peluda salió de la misma. Julián gritó con todas sus fuerzas pero no tenía voz y sus padres no pudieron escucharlo. A la mañana siguiente, cuando su padre acudió a su habitación para despertarlo y llevarlo al colegio, comprobó cómo Julián no estaba y la puerta del armario estaba llena de golpes y arañazos. Desde ese preciso instante, los padres de Julián comprendieron que debieron creer al menor acerca de las historias de un terrible monstruo que habitaba en su armario y se sienten profundamente tristes. Tanto es así, que han contactado con un gran número de expertos para intentar traer consigo, de vuelta, a su hijo desaparecido en extrañas circunstancias. Sin embargo, hasta el momento, no han tenido éxito.

Juego Inocente

Luis y Antonio se encontraban platicando y pasando el rato viendo a que podían jugar. – ¿A qué podemos jugar ahora? -preguntó Luis, con el entusiasmo que suelen tener los niños. – A ver… ¡Ya sé! Juguemos a asustarnos -propuso Antonio. – ¿A asustarnos…? ¿Cómo? – Tú intentas asustarme diciendo lo que se te ocurra. Después me toca a mí. – Está bien. Eh… te voy a contar un cuento de terror que nos leyó la maestra. Luís le narró el cuento de terror a su manera. Antonio lo miraba sonriendo, sin la menor mueca de miedo. – No me asustó -afirmó Antonio-. Ahora me toca a mí. Cuando de repente Antonio empezó a gritar muy alarmado y frenético: -Luís, en la ventana, del lado de afuera, hay una cosa que te va a asustar tanto que vas a gritar. Mira… ahí está, te está mirando. Ahora está abriendo la boca como si te fuera a tragar la cabeza. Ahora está lamiendo el vidrio. ¡Mira hacia la ventana! No es mentira, está ahí y es un monstruo horrible, ¡míralo! – ¡ajah…! No voy a caer en eso, yo no soy tonto, eso es mentira. Ya no soy tan pequeño como para caer en eso. Antonio sonrió más, e inmediatamente después empezaron a golpear la ventana. Luís abrió más sus ojos y comenzó a voltear lentamente. Por el rabillo del ojo vio que había algo. Al mirar mejor, dejó escapar un agudo grito de terror, ya que tras la ventana, saludándolo con una mano que se parecía más a la pata de un animal, había un monstruo humanoide deforme, enorme, peludo con excepción de la cara que parecía calaverica y con unos ojos completamente negros, enseñó unos dientes podridos y afilados al sonreír fieramente, y con la pata dio otros golpecitos al vidrio. El niño apartó su aterrada mirada de la ventana y miró a Antonio, y éste echó la cabeza hacia atrás hasta que ésta quedó en la espalda, fuera de la vista de Luis el cual quedó petrificado. Después la fue enderezando hasta que quedó sobre sus hombros, y ahora era igual a la del monstruoso ser de la ventana. Miró furiosamente a Luis, de pronto se puso de pie y salió corriendo para desaparecer, al atravesar una pared como si ésta no existiera. Tras escuchar los gritos la madre del niño entró de golpe al cuarto, y lo encontró temblando de miedo y gritando: – ¡Antonio me asustó mucho! ¡Es malvado, ya no quiero jugar con él! ¡Me enseñó un monstruo en la ventana! La madre lo abrazó y lo apretó muy fuerte y le dijo con una voz muy dulce como solo una madre puede hacerlo: – Mi vida, Antonio no existe, tú te lo imaginas, es tu amigo imaginario desde que nos mudamos para acá y tu no tienes ventana, sólo tienes un espejo en la pared.

Voy por ti

Aún estoy recolectando las piezas de los sucedido, si quizás todos pasaran el mismo episodio al final de la vida, o quizás es algo diferente cada caso individual. Para que vayan entendiendo la lectura, mi nombre es Doris, soy la que de una manera que no entiendo, logré escribir desde una computadora este relato, los vagos recuerdos me llevan a el día sábado 30 de septiembre del 2006, supongo que según mis cálculos sólo han transcurrido algunos días, pero no es así, veo la fecha de la computadora y han pasado 10 años, el tiempo no transcurre igual en este lugar. El día sábado 30 de septiembre del 2006, me levanté a correr como siempre a las 6:30 de la mañana, es un sacrificio necesario a mi corazón el ejercicio, pero ese día, el hombre que me infundía terror cada vez que me lo encontraba en la mañana mientras trotaba. No era en vano el miedo que sentía esa mañana, fue confirmado, corriendo a trote de caballo, pude sentir los pasos de alguien, volteé a mirar y era él, entonces comencé a acelerar mi trote, lo cuál él hizo lo mismo, realmente no había ni un alma . Alguna vez has sentido esa sensación de que algo terrible va a suceder y es inevitable, podía sentir mis piernas desfallecer, podía sentir el sudor que me corría por los ojos y no dejaba ver ni el camino, fue en ese momento que tropecé y caí , mi tobillo se rompió pero no fue eso lo que sentí, si no las manos frías de ese hombre que me tomó de mi brazo izquierdo, mi garganta sangrando de tanto gritar, y nadie me escuchaba, las ramas rotas y piedras desprendidas de la montaña que me cortaban la carne de mis piernas mientras ese monstruo me arrastraba. No se cuanto tiempo me arrastró hasta que llegamos a un gran árbol, fue ahí que rompió mi suéter de entrenamiento y mi sostén, dejando al aire mis senos, lo arañé y le clavé mis uñas en el cuello un par de veces sintiendo unas terribles bofetadas e insultos. Ya sin ropa, porque todo lo rompió, logré correr de nuevo, pero se abalanzó sobre mi y con mi tobillo dañado, me era imposible correr, en esos momentos quise bloquear mi mente, porque sabía que me violaría, pero me fue imposible hacerlo, mi desesperación crecía, mis gritos y el dolor de sentirme penetrada en las zonas más dolorosas, así él ya satisfecho y yo media inconsciente, pude ver la enorme roca qué recogió y vi sus brazos arriba lanzandomela y se que es él último momento de mi vida. He vuelto a despertar y es este el punto de mi historia al final estoy aquí en la misma montaña sola. No hay nadie en ella, la neblina invade el lugar es gris, camino y camino, pero no logró salir de aquí la soledad es la única compañía y hasta este momento no recuerdo que hago aquí, pero veo de repente mi casa y todo viene. A mi memoria viene mi violación, y como les repito estoy sentada frente a una computadora escribiendo lo que me pasó, se que estoy muerta, pero de alguna manera se me ha permitido llegar hasta mi casa y poder escribir esto. Según la fecha de la computadora han pasado 10 años, aunque en ese mundo calculo que han pasado 3 días y la verdad no estoy pidiendo justicia, solo quiero una cosa.... ¡Venganza!... es mi gran deseo. Así que tú que me hiciste esto, recuerdas lo que me hiciste hace 10 años, si pude escribir esto en una computadora, nada me impedirá deslumbrarte y arrancarte la lengua, mientras te miro a los ojos, prepárate... que voy por ti. Créditos al autor.

Toc-Toc

-Andy apaga ese computador!!!…ya es muy tarde. -Ya la apago, mama!!! Paso este nivel y la apago… dijo Andy mientras tocaba frenéticamente las teclas , perdido totalmente en su mundo , tratando de no perder los puntos de su vídeo juego. De pronto la pantalla se puso oscura y las luces del CPU se apagaron… -A dormir Andy!!!(dijo su mamá mientras sostenía en su mano el cable desenchufado del computador) ya es muy tarde, lávate los dientes y metete en la cama y duérmete . Andy sorprendido por no haber visto ni escuchado a su madre entrar en la habitación , se levantó con el ceño fruncido pero sin decir ni una sola queja rumbo al baño , sabía que si desobedecía pasaría una semana sin jugar vídeo juegos. El baño se encontraba en el piso de arriba, al igual que su habitación , las puertas se encontraban justo una al frente de la otra y al final del pasillo se encontraba un pequeño cuarto que la familia usaba como una especie de ático. Mientras Andy lavaba sus dientes y hacía muecas frente al espejo, podía oír a sus padres en la cocina lavar los platos y a su perro Jack raspar la puerta de entrada para poder entrar a la casa…. “Toc toc!!!” se escuchó en la habitación de Andy , este giró rápidamente la cabeza observando detenidamente su cama , el único lugar visible desde el baño. Esperó unos segundos y nada, el ruido no se volvió a escuchar… -Andy!!! Ya estás acostado??? Cuando termines apaga la luz del pasillo y tu habitación , hasta mañana hijo. Dijo su madre. -Okey mamá. Respondió mientras enjuagaba su boca… “Toc , toc”… devuelta aquel ruido , y esta vez Andy lo oyó claramente , venía de su habitación. Sin atreverse a girar la cabeza , trataba de distraerse mirando su rostro al espejo , tarareando una canción , para olvidarse de aquel ruido “no es nada” se repetía , “se habrá caído algo” … pero no podía sacarse esa inquietud, ese miedo , el ruido realmente lo había escuchado. -Guau, Guau. Andy salto del susto , tirando cepillo de dientes por los aires , Jack se encontraba en la puerta del baño.ladrando cariñosamente . -ooh Jackie, que susto me has pegado- ven vallamos a dormir. La luz de la luna entraba por la ventana del cuarto , las luces de los autos que pasaban por la calle proyectaban extrañas sombras en las paredes , uno que otro gato maullando cerca de los cestos de basura y Andy tapado hasta el cuello con mantas y frazadas dormía tranquilamente con Jackie a sus pies. “Toc , toc “ … Andy abrió los ojos , como si hubiera estado despierto todo el tiempo , aquel ruido retumbó tanto en la habitación como en sus sueños. Nerviosamente quedó mirando el techo , la nada misma , la oscuridad en el cuarto esperando el sonido y adivinar de dónde provenía… Al mirar hacia su derecha , hacia la puerta de la habitación , vio como Jackie desde aquel lugar gruñía y se alejaba lentamente sin desviar ni un segundo la mirada de abajo de la cama…. “Toc , toc”…. el ruido devuelta… Al oírlo , la sangre se le enfrió en todo el cuerpo , quedó paralizado , como si sus músculos no respondieran . Su mente le mostraba una y otra vez imágenes de terror de películas que había visto los sábados por la noche , pero esas películas eran falsas en cambio el ruido no , era real y provenía de debajo de su cama . De pronto las mantas de la cama empezaron a deslizarse lentamente hacia el piso , destapando a Andy que se aferraba con nerviosismo a respaldar , a tal punto que alguna astillas se clavaran en sus manos . Jackie , ya ni gruñía al contrario temblaba de terror como si estuviera a punto de recibir un castigo de su amo , la puerta de la habitación se cerró fuertemente dejando afuera al perro . Andy atrapado en su miedo , viendo como la manta se deslizaba dejándolo al descubierto , no sabía si cerrar los ojos y esperar lo que fuera o salir corriendo de hay hacia el cierto de sus padres . De pronto la puerta se abrió de par en par y la manta dejó de moverse , el lugar se sentía en calma nuevamente, como si no hubiera pasado nada… Andy aún desconfiando , bajó lentamente el pie derecho de su cama mientras una gota de sudor recorría su espalda y su corazón latía a mil por horas….tocó el piso y nada , no sucedió nada , esto lo calmó un poco bajando el pie izquierdo rápidamente con la intención de correr al cuarto de sus padres…. “Toc , toc” se oyó nuevamente … unas manos agarraron las piernas de Andy , que se encontraba parado en la habitación , más paralizado que una estatua con la vista fija a esas manos horribles que lo sujetaban… Una luz roja surgía de debajo de la cama, Andy intentó gritar pero esas manos lo jalaron hacia la luz , hacia abajo de la cama , dejando solo un grito sordo en el aire…. Al día siguiente, el viento matutino movía las hojas que caían de los árboles, y las noticias daban la noticia de un niño perdido visto por última vez la noche anterior en su casa, su nombre era Andy.

Amor Cibernético

Era una tarde como cualquier otra, llego a casa después del trabajo, espero a mis padres para cenar juntos. Mientras los espero, me voy a mi recamara a chatear en mi página social, rápidamente recibo un mensaje, se trata de un chico llamado Oliver de 22 Años, Al igual que yo, yo también tengo 22 años. Oliver, me manda un mensaje donde dice: “Hermosa Kassandra, creo que ha llegado el tiempo de conocernos, llevamos chateando casi 1 año, que dices?” Oliver me ha demostrado ser un chico inteligente, educado y sobretodo de buen corazón, tengo muchísimos deseos de conocerle. Sin embargo existe un pero... Oliver vive en Nevada y yo en California, son varias horas manejando para llegar a Nevada y conocer a Oliver. Le escribo lo siguiente a Oliver: “Oliver, nada me haría mas feliz que conocerte en persona, Sabes... aún guardo la foto que me enviaste, me refiero a mi foto favorita, ya que me haz enviado varias. Me gustaría que fueras tú quién venga a California, pero se que no puedes manejar por tu accidente.. Te parece si lo platico con mis padres y te aviso.” Ansiosa espero la respuesta de Oliver, Pero escucho a mis padres subir las escaleras y llamándome rápidamente me despido de Oliver y me desconecto de mi página social. Mis padres se veían realmente contentos y con una enorme sonrisa a lo que les pregunto a ambos, ¿que les pasa?, se ven muy contentos. ¡Díganme... por favor!. Mi padre es el primero en extender la mano y son unas llaves, mi madre me dice: Ve afuera, algo te espera. Es un regalo que te mereces por ser una buena hija y estupenda estudiante. Corro las escaleras rápidamente y al abrir la puerta me encuentro con un carro del año, color gris metálico, grito como una loca y les agradezco a mis padres. Me fascina! Gracias… Papi y Mami... Los Amo! Mi padre dice: ¿Que te parece si vamos algún lugar a cenar para celebrar lo de tu carro?. Esa noche nos divertimos mucho, llegamos a casa exhaustos! Al día siguiente antes de irme a trabajar me conecté a mi página social. Para mi sorpresa, aún no me contestaba Oliver. Salí de casa apurada olvidando desconectarme de mi pagina social. Todo el día estuve pensando en Oliver. Pensé... tal vez se molestó conmigo, tal vez ya no le interese conocerme. Llegando a casa subo a mi recamara y veo mi computadora prendida y varios mensajes de Oliver. Todos decían “Hermosa Kassandra, quiero conocerte, ¿nos daremos la oportunidad?”. Lo pienso por unos segundos y le contesto “Oliver, esta bien, ¿te párese bien el fin de semana?” Oliver me envía la dirección con un corazón y un Gracias. decidí no decirle a mis padres, ya que tal vez no me permitirían ir a conocer a Oliver. Llamo a mi mejor amiga Betty para decirle si le gustaría acompañarme en esta aventura. De principio Betty no quería, pero finalmente decide acompañarme. El día se me fue rápido finalmente mañana conoceré a Oliver. debo confesar que no podía dormir. Pensaba en el encuentro, nuestras miradas y que se yo, tal vez una salida romántica. El celular me despierta, era hora de tomar el volante para manejar a mi destino. Me despido de mis padres, recojo a Betty, seguimos nuestra aventura. Durante todo o casi todo el camino Betty, se veía un poco nerviosa a lo que yo le decía: “Vamos niña, sonríe y canta conmigo”. Llegamos finalmente a Nevada nos fuimos al hotel, descansamos, me conecto a mi página social y le envió un mensaje a Oliver, avisándole que habíamos llegado. Oliver me contesta casi al instante y me dice te veo a las 7:30 en la dirección que te di... Gracias por venir mi hermosa Kassandra. Debo confesar que se me hizo una eternidad, pero cuando llegó la hora de ir rumbo a conocer a Oliver, ya casi estaba oscureciendo, Betty y yo reíamos y estábamos muy contentas. En eso Betty, dice ¡Oye! salgamos de aquí tengo miedo…Por un instante pensé ¿es una broma?... Betty, por favor, déjate de bromas, ¿Qué pasa? Betty se veía aterrada, paro y veo alrededor y para mi sorpresa estábamos dentro de un Cementerio. Intento prender el carro sin lograrlo las dos aterradas, no sabíamos que hacer. Tome mi linterna y decido salir del carro a buscar ayuda. Betty dice: yo voy contigo, no me dejes sola.mientras caminábamos. No se por qué, pero paré frente de una lapida. que al leer el nombre quede fría. Decía así “Querido hijo siempre te amaremos, siempre vivirás en nuestros corazones” Nombre Oliver Smith. Tenia una foto que rápidamente conocí,Si se trataba de Oliver el chico del cual me enamore.tiene mas de 8 Años muerto y murió a los 22 años. Accidente de carro. Lentamente me aleje de la lapida y Betty no dejaba de llorar. Al llegar al carro nos encerramos y le pedimos a Dios salir con bien de ese lugar... nos quedamos dormidas sin querer y al despertar ya era de mañana, la gente llegaba y salía de limpiar y dejar flores. Betty, de curiosa me dice: ¿Vemos si trata del mismo Oliver? Nuevamente al llegar a esa tumba se encontraba una foto mía,que yo le había mandado a Oliver. Sin duda se trataba de él. Nuestro problema hoy es que no podemos salir de aquí, nadie nos ve.... ¡¡¡¡¡Nadie nos escucha!!!! ¡¡¡No sabemos donde estamos!!! No te confíes del Amor Cibernético. Yo por seguir uno, hoy no se donde estoy, ¿aún existo? no lo sé. ¡¡Ayúdenme!! Soy Kassandra Jacobs, 22 años, la dirección de mi casa es 1123 St. Casa azul, en California. Mis padres son Liza y Jonh Jacobs. Por favor difunde mi historia, necesito volver a casa, necesitamos volver a nuestra dimensión.

lunes, 3 de abril de 2017

Cirilia

La casa que habían adquirido sus padres era grande; el terreno de la propiedad estaba rodeado de arboles de mango y palmeras. El jardín estaba bien cuidado y los padres pensaron en poner juegos infantiles para sus niños en él. Al fondo del terreno había una pequeña casita de madera algo vieja pero firme, en donde guardaban muebles y herramientas el anterior dueño. El papá de Amelia la desocupó, arregló y acondicionó con juguetes y una pequeña colchoneta, la chiquilla encantada llevaba sus muñecas la “casita de muñecas” que su padre le había hecho y pasaba las horas jugando sola.

Pero a conforme pasaban los días, el comportamiento de la niña se comenzó a volver más extraño. No hablaba con nadie, ni siquiera con sus padres y cada que podía se escondía en su casa de muñecas. Su hermano que jugaba con unos amigos, la escucho discutir con “alguien” dentro de la casita y al revisar, se dio cuenta que estaba alterada y nerviosa; pero no había nadie con ella. Los padres lo pudieron comprobar días después cuando le fueron a buscar y notaron que platicaba efusivamente con “alguien”. Al preguntarle con quien hablaba se limitaba a responder que con “Cirila” su mejor amiga. Los padres sin mucha preocupación pensaron que era “normal” dada su condición que inventara amigos imaginarios para sobrellevar su soledad y no le dieron mayor importancia.

Una noche los problemas comenzaron, los señores dormían profundamente cuando escucharon que algo golpeaba una de las puertas de la casa. La señora algo espantada temió que alguien se hubiera metido a robar y el señor salió sigilosamente del cuarto para revisar que no anduviera algún ladrón. Caminó lentamente hacia la sala, donde se escuchaba el ruido. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que Amelia estaba golpeando levemente con su cabeza la puerta de la entrada. Al acercarse notó que parecía dormida y en un estado de sonambulismo; lo más extraño es que tenía sus ojos bien abiertos. Sin mediar, el hombre le habló susurrante; la niña volteó hacia atrás la cabeza y despertó completamente aturdida y confundida, sin saber como había llegado ahí.

Después de esa noche, su comportamiento se hizo aun más extraño, y por las noches su sonambulismo la llevaba a intentar salir de la casa. Los padres temían que lograra salirse y vagara por la calle, se perdiera o fuera atropellada. Decidieron llevarla a tratar su problema de sonambulismo y trastorno de sueño; pero después de pasar un par de noches en la clínica, no se detecto nada inusual, de hecho durmió profundamente mientras estuvo ahí.

Tiempo después y al ver que no mejoraba, la llevaron con un psicólogo; pero tampoco encontró problemas y les dijo a los padres lo que ya sabían: que tenía una amiga imaginaria llamada “Cirila”. Les dijeron que era muy común este comportamiento, dado que no tenía amigos y el psicólogo les aconsejó que no la dejaran pasar mucho tiempo sola y que realizara actividades con niños de su edad. Los padres algo angustiados siguieron la recomendación del psicólogo y obligaron a Amelia a pasar más tiempo con ellos y su hermano. El jugar en la casita le era permitido durante una hora cada día; pero cuando lo hacía, todavía “hablaba” con su amiga imaginaria.

El sonambulismo y las conductas fuera de lo común comenzaron a empeorar y las pesadillas que tenía, comenzaron a ser más frecuentes e intensas. Eran gritos de horror que resonaban en el silencio de la madrugada que despertaba a todos y en muchas ocasiones la niña se levantaba y vagaba por toda la casa, hasta que logro salir al patio por una ventana y recorría el patio para refugiarse en la casa donde permanecía dentro y parada sin hacer nada. Eso lleno de miedo a los padres. Amelia cada día parecía mas agotada y enferma. Grandes ojeras y la piel amarillenta denotaban que comenzaba a enfermar. Los padres de Amelia estaban desesperados y no sabían como ayudar a su pequeña. Eso hizo que la armonía en el hogar se fragmentara.

Una noche el papá de Amelia, se levantó al baño y se veía en el espejo con grandes ojeras, sus ojos rojos reflejaban su angustia, no podía dormir. Bajó a la sala y se sentó en un sillón para meditar y pensar en soluciones que pudieran ayudar a su hija. Estaba en la total obscuridad cuando su corazón dio un vuelco al ver a su pequeña niña bajar por las escaleras y caminar arrastrando los pies hacia la puerta, sus ojos estaban abiertos pero en blanco, de algún modo logró abrir la puerta y salió al patio, el padre caminó lentamente detrás de ella y le comenzó a susurrar su nombre para intentar despertarla; pero en vez de eso la niña continuó su camino hacia la casita y entró parándose en medio. El padre al verla intentó acercarse y un escalofrío lo recorrió cuando la niña se hincó en el suelo y comenzó a rascar la tierra desesperadamente. El hombre se acercó y acarició la cabeza de su hija tratando de despertarla. Entonces notó que decía algunas palabras entre dientes, frases que no eran comprensibles y un instante escuchó que susurraba algunas frases:

“Obscuro, Frío…ayúdame a salir…”

Esto último hizo que el señor se le pusieran los pelos de punta y comenzó a temblar. Casi en la desesperación, intento de nueva cuenta despertar a su niña sin éxito, agitándola y hablándole con firmeza.
-Amelia, Amelia, despiértate -decía con angustia su padre.

La niña sin obedecer. Continuaba escarbando con desesperación, el agujero que hacía con sus pequeñas manos apenas era de unos centímetros de profundidad y sus manos comenzaron a llenarse tierra, su pequeño y frágil cuerpo temblaba por el frío que hacia; pero parecía que a pesar de la incomodidad y el dolor que le producía hundir sus pequeños dedos en la tierra, era incapaz de despertar. El padre sin saber qué hacer ante la conducta frenética de su hija, casi a punto del llanto grito sin pensar:
-¡Cirila! ¿Eres tú?

En eso la niña se detuvo en seco y volteo a ver al hombre ya con los ojos despiertos, y con una cara de angustia y tristeza miro detenidamente a su padre como pidiendo ayuda y se desmayó. Levantó a la niña en brazos y la llevo de regreso a la casa. La limpió y no le comentó nada a la mamá para no alarmarla. En ese momento la chiquilla abrió los ojos y miro a su papá sin entender que había pasado o donde estaba, el señor la abrazó y se puso a llorar calladamente.

Después de dejar a la niña dormida, bajó al patio y tomó una pala y una linterna. Corrió a la casita y comenzó a cavar donde su hija había estado escarbando. la tierra poco a poco comenzó ceder y el agujero a agrandarse, llevaba quizás un metro de profundidad cuando algo topó con la pala, se agachó para remover la tierra y el horror se apoderó de él, semienterrado se veía un cráneo humano. La cuencas llenas de tierra parecían ver fijamente al hombre, que no daba crédito a lo que veía, el miedo lo invadió y salió rápidamente del hoyo, sacudiéndose la tierra con desesperación. Comenzaba a amanecer y corrió a la casa para calmarse. Pensó bien que haría y lo primero que hizo fue despertar a su esposa y contarle todo lo sucedido. Sin dar crédito y nerviosa la mujer le aconsejó que llamara a la policía.

Horas después llegó el ministerio público y los servicios forenses que se dieron a la tarea de sacar los restos del cadáver. Con las indagatorias se determinó que la osamenta era de una mujer joven y entre los restos hallaron lo que parecía ser su bolsa; en ella se encontraron objetos personales y una credencial de elector amarillenta; cuyo año de registro era del año 1992, el nombre de la mujer era CIRILA GOMEZ ESTRADA de 22 años. Se supo que la joven había desaparecido hacía muchos años y era estudiante de comercio. Su caso nunca se resolvió, las investigaciones condujeron al antiguo dueño del terreno, lo arrestaron y confesó su crimen. Había violado y matado a la joven Cirila y ocultó el cadáver enterrándolo en su jardín, pensando que nunca lo encontrarían, ya que la joven era de un ranchito en Veracruz y nadie la vino a buscar cuando desapareció.

Después de darles sepultura a los restos de la joven Cirila. Amelia nunca volvió a hablar sola o con su amiga imaginaria, de hecho cuando le preguntaban por ella, decía que era un vago recuerdo y no quería tocar el tema. Su condición mejoró gracias a que sus padres la llevaban a hacer actividades con niños por las tardes. La casita fue derrumbada y no se volvió a mencionar nada acerca del penoso evento. Después de que el misterio de la desaparición de Cirila se resolviera y su asesino fuera arrestado y condenado, su espíritu al fin encontró la paz.

UNA CÁMARA ESPÍA EN MI ÁRBOL DE NAVIDAD CAPTURÓ ALGO MÁS QUE SOLO SANTA

El 26 de diciembre del año pasado, encontré un ornamento navideño bastante genial en un estante polvoso. Tenía instaurada una cámara para grabar tus festividades desde una perspectiva única. Tomé el último de la tienda y me lo llevé a casa por menos de diez dólares. Me olvidé de él hasta que mi esposa, mis dos hijas y yo decoramos la casa a inicios de este mes. Les dije a mis hijas sobre la cámara y les dije que podríamos atrapar a Santa en el acto secretamente. Yo tenía un disfraz viejo en el ático y pretendía repartir algunos regalos la noche de Navidad frente a la vista panorámica de la cámara. Mis niñas estaban encantadas, e iban de arriba para abajo tratando de encontrar el mejor lugar en el árbol para poder colocar el ornamento. No tenían idea de que papá lo reposicionó más tarde para que en verdad pudiera capturar a la sala de estar y un buen ángulo.
En la noche previa a Navidad, encendí la cámara para asegurarme de que todo funcionase correctamente. Por la mañana, revisé la grabación —solo lo suficiente como para confirmar que funcionaba—. Satisfecho, volví a colocar la memoria Micro SD en el ornamento y le coloqué una batería nueva a la expectativa de la gran noche. Papá no quería decepcionar a sus niñas con una grabación fallida.
Disfrutamos Nochebuena en familia, jugando juegos de mesa y comiendo mucha más comida chatarra para la que teníamos espacio en nuestros estómagos. Como hacemos cada año, les permitimos a nuestras hijas abrir un regalo de papá y uno de mamá antes de que se fueran a la cama. Las niñas, aún aceleradas por su intoxicación azucarada, podían ser escuchadas riéndose en sus habitaciones. De vez en vez, mi esposa y yo podíamos oír cómo una le siseaba a la otra para que guardara silencio, asegurándole que había escuchado talones en el techo o campanas sonando. Eventualmente, nuestras niñas se durmieron. Mi esposa me besó en la mejilla y se dirigió a la cama mientras yo apagaba todas las luces. Fui por el disfraz y caminé en puntillas por la sala de estar, preparándome para mi gran debut en los cortometrajes.
Hice todo lo que se esperaría que Santa hiciese: comí la mayoría de las galletas, bebí la leche, me acaricié mi gran panza diciendo mis jo, jo, jos, y dejé unos regalos por la chimenea —todo en plena vista de la cámara—. Una muy buena actuación, si me lo preguntas.
La mañana siguiente, las niñas vinieron corriendo a nuestra habitación para despertarnos. Insistieron emocionadas con que viéramos el video antes de abrir los regalos. Transferí la grabación a mi laptop, me adelanté hasta la parte en la que Santa aparecía y presioné «reproducir». Mis niñas chillaron del gusto y se arrimaron a la pantalla, saludando frenéticamente a Santa mientras oscurecían el video de mi vista. Me trajo tanta alegría ver cuán felices eran las niñas. Me sentía muy holgazán como para detener el video, así que continuó reproduciéndose en el fondo mientras abríamos nuestros regalos. Noté una caja que no había visto la noche anterior: era pequeña y estaba envuelta con un papel de aluminio azul que no reconocía. Mi nombre estaba en ella, pero mi esposa se veía tan sorprendida como yo al descubrirla ahí. Notando mi confusión, mi hija menor habló:
—¡Papi! ¡Ese tiene que ser de Don Elfo! —dijo, su voz era animada y aguda.
Estaba listo para hacer caso omiso a su comentario del elfo y tomarlo como una de esas cosas raras que los niños dicen, pero mi esposa no se vio tan dispuesta a ignorarlo.
—Cariño, ¿qué elfo? —preguntó.
Mi hija apuntó a la laptop. Para entonces, el video había terminado y lo único que permanecía en la pantalla era una vista previa del primer fotograma.
—¡El que vino con Santa! —respondió.
El pánico me golpeó como un ave contra la hélice de un helicóptero. Sabía que mi esposa no se vistió de elfo. Escaneé el video, adelantándolo y retrocediéndolo hasta que vi lo que mi hija había visto: había alguien en la sala de estar. Caminó hacia una esquina después de que yo había apagado las luces. Se paró ahí, viéndome actuar como Santa desde un comienzo. El extraño hombre alto con disfraz de elfo estuvo de pie y perfectamente inmóvil por alrededor de una hora, viendo a la cámara desde la distancia. Luego de un tiempo, se acercó al plato de galletas y le comió la cabeza al hombre de jengibre. Pasé mi mirada al plato y vi la marca de sus dientes en la galleta decapitada. El hombre entonces se acercó al árbol de Navidad y su respiración firme y pausada se hizo audible. Tomó la cámara y el video se detuvo.
Bajo un frenesí de pavor, agarré la caja azul que había dejado. Le arranqué el moño e hice a un lado la decoración frívola. Removí el papel de regalo con histeria, abrí la caja y vi su contenido. Ahí, en una cama de envoltura de burbujas, estaba la batería que yo le había puesta a la cámara la noche anterior. Mi esposa tomó el ornamento y miró en su reverso: la batería estaba ausente. No sé qué me asusta más: lo que la cámara grabó, o lo que el elfo pudo haber hecho luego de que apagó la cámara.

BAJA EL PUENTE

Extraña fotografía tomada por un grupo de excursionistas...
Según relatan. Se encontraban caminando cerca de un Puente, aproximadamente a las 2 de la madrugada. Llevaban una cámara consigo, pues su intención era avistar a los animales que pudieran hallar..
Un sonido estrepitoso les hizo dirigirse debajo del puente. Y al enfocar la cámara. Perdieron captarlo..
Un aire helado recorrió su cuerpo, y un olor a podredumbre inundó el lugar...
Abandonaron el sitio a toda costa.
Esta imagen es extraída del video original. Nótese la leve sonrisa en lo que supone ser un rostro, escalofriante.

martes, 14 de marzo de 2017

Historia de terror

Un hombre llega la recepción de un hotel y una mujer le da la llave de su habitación y le comenta que en el mismo pasillo hay una puerta sin número cerrada, y le pide que no toque ni mire por el cerrojo bajo ninguna circunstancia. El hombre siguió las instrucciones de la mujer, fue derecho a su habitación, y se acostó a dormir.

Pero la siguiente noche fue diferente, su curiosidad pudo más y se agachó para mirara por el agujero de la llave. Sintió aire frío en el ojo. Vio una habitación como la suya, y en la esquina había una mujer cuya piel era completamente blanca. Estaba recostando su cabeza contra la pared, dando la espalda a la puerta. El hombre se quedó quieto en confusión por un rato. Casi golpea la puerta, por curiosidad, pero decidió no hacerlo. Esta decisión le salvó la vida.

Se alejó de la puerta y volvió a su habitación. Al día siguiente regresó a la puerta y volvió a mirar por el cerrojo. esta vez todo lo que vio fue rojo, nada más que rojo, mirara donde mirara solo veía rojo. Entonces decidió consultar a la mujer en recepción para obtener más información. Ella suspiró y le preguntó “miraste por el cerrojo?” el hombre le dijo que si lo hizo, “bueno, entonces mejor te cuento la historia. Hace mucho tiempo un hombre mató a su mujer en esa habitación, y su fantasma todavía sigue ahí. Pero esta gente no era ordinaria. Eran completamente blancos, excepto por sus ojos, que eran completamente rojos.”

lunes, 27 de febrero de 2017

Tengo una carta para ti...

Es gracioso como, después de todo este tiempo, aún no sé tu nombre; pero no importa siempre y cuando te conozca. Me imagino que esto podría confundirte, pero que no lo haga. He estado contigo por los últimos años. Te he visto dormir, te he oído hablar con tus amigos y sé qué es lo que almorzaste esta tarde o cualquier otra.
Casi me viste un par de veces. Me tuve que esconder de ti con frecuencia. ¿Recuerdas esos momentos en los que sentiste a alguien detrás de ti y, al darte vuelta, no había nadie? Bueno, no estabas equivocado, solo que no me viste.
Durante mi tiempo observándote, me di cuenta de que en realidad eres una buena persona y me apegué mucho a ti. Los últimos días he estado tratando de encontrar una forma de hablarte, pero sabía que te daría miedo escuchar mi voz, al igual que la última vez. En su lugar, tuve una idea mejor.
Vi que usas este aparato mucho. Y vi que te gusta leer estas historias. Así que te escribí el mensaje que ahora tienes frente a ti con la esperanza de que lo leyeras pronto. Ahora que lo has hecho, te dije lo que quería decirte. Creo que estás preparado para verme. Al fin podremos ser amigos.
Te mostraré mi rostro esta noche.

La pulsera de hospital

En Estados Unidos, cada vez que internan una persona en un hospital, le colocan una pulsera blanca con su nombre para poder identificarla. Sin embargo, existen otras pulseras de colores diferentes que simbolizan otras cosas.

Por ejemplo las pulseras negras son colocadas en las muñecas de las personas que acaban de fallecer. Mi tía me platicaba de un cirujano que hacía el turno de la noche en el hospital.

El acababa de terminar una operación e iba de camino al sótano. Entro al elevador y había otra persona con el. Casualmente se puso a platicar con la mujer sobre tonterías mientras el elevador descendía. Cuando llegaron al sótano y la puerta del elevador se abrió, vió que otra mujer estaba a punto de entrar, pero entonces el doctor de manera precipitada, apretó el botón para cerrar la puerta y presionó rápidamente el botón del piso más alto. Sorprendida la mujer regañó al doctor por su descortesía al no permitir subir a la otra mujer al elevador.

El doctor asustado dijo: Esa es la mujer que acabo de operar. Murió durante la operación... ¿No vió la pulsera negra que llevaba en su mano?.
La mujer sonrió, levantó su brazo y dijo: "¿Una pulsera como está?"

viernes, 24 de febrero de 2017

No mires debajo de la cama

Esta historia paso hace mucho tiempo, a un chico de 12 años lo dejaban solo en su casa, sin nadie que lo cuidara un día él estaba en Internet jugando y se dio cuenta de que en la parte de arriba decía una publicidad "Ritos para invocar Espíritus" al parecer el chico le dio clic por curiosidad, entonces apareció unas palabras en otro idioma que él no conocía: ”apreccio Satan stramina” él al decirlas en voz alta no sabía lo que estaba haciendo...

No pasó nada pero después de unas horas sucedió algo extraño, su perro no dejaba de ladrar, ya no se le arrimaba, era como si él tuviera algo al lado, el perro veía al chico y salia corriendo llorando.

Estaba en el computador ese mismo día pero se le apagaba y al estr en un chat y contaba a la gente lo que pasaba sentía una presencia extraña en su espalda. No volteó  a mirar por temor entonces ya de noche llegaron los padres del chico, era hora de dormir, se acostaron todos y el chico no tenia tele en su cuarto, entonces le tocaba ver a oscuras y le gustaba escuchar música e historias de terror en su radio cuando de pronto se perdió la señal de la radio y se escuchó algo como: ”Vengo por ti”.

El chico muy asustado apagó la radio y se durmió. Como a la 1:00 am escuchó algo debajo de la cama, entonces el chico miró debajo de la cama y de pronto sale una mano que le coge la cara con fuerza pero por pocos segundos sin que él pudiera siquiera reaccionar.

Al día siguiente la mamá va a despertar al niño para ir a la escuela y de pronto ve un rastro de sangre que dirige hacia debajo de la cama, cuando la mamá mira hacia abajo se da cuenta que esta el niño con unos rayones en la espalda y un escrito que decía: ”No mires debajo de la cama..."

El grito del gato

Me considero muy afortunado de no haber quedado traumatizado de por vida luego de lo que sucedió esa noche. Aunque sí me ha afectado en cierto modo, no estoy loco. Me siento como una persona fuerte por no haberme quitado la vida todavía. Por ahora, mi salud mental permanece decente, pero no sé cuánto tiempo más pueda mantenerme así.

Yo tenía tan solo ocho años y es por eso que sé que lo que sucedió no fue una mala pasada de mi imaginación. Un niño inocente no podría imaginarse eso ni en sus peores pesadillas.
Aquella noche, estaba en mi cama. Había tenido un día normal, nada ajeno a la rutina. Recuerdo que un frío proveniente de mi ventana abierta me despertó. Eché un ojo al horario en mí reloj de mesa, eran las 03:07 de la mañana. Me levanté de mi cama y, cuando puse un dedo en la ventana para poder cerrarla y dormir en paz, un ruido absolutamente horrendo cruzo por mis oídos; era un grito. De hecho, el grito más fuerte y desolador que había escuchado en mi vida. Rápidamente, abrí la cortina y miré con atención qué pasaba, intentando descifrar de dónde había venido aquel grito. Después de buscar tras varios segundos, lo vi. Entre las sombras había dos pequeñas figuras, una de ellas la reconocí fácilmente; por más oscuro que estuviera, no podía confundir la figura de mi gato tirada en el suelo, muerto. Algunas personas me dicen que es imposible que un simple gato produzca un grito tan desgarrador como el que describo, pero estoy seguro de lo que vi y lo que escuché. La otra figura era confusa, parecía alterar su forma, como si se estuviera transformando, disfrazándose de mi mascota. Luego, aquel ser, ahora parecido a mi gato, miró hacia mí; tenía unos ojos amarillos penetrantes que te dejaban petrificado con tan solo verlos. En realidad, eso fue lo que causó en mí, pero no sentía miedo, no podía pensar en nada más que mirar esos ojos impactantes. Mas lo que sí causó un miedo inmenso en mí fue aquella horrible e inexplicable sonrisa en su pequeño rostro. Aquella mueca no era de un animal, era como si fuese un gesto humano, pero forzada de tal forma que pareciese que llegaba desde una punta de su cara a la otra. Sus dientes eran demoníacos, nunca había visto algo así.

Aquella figura bajó su cabeza y comenzó a caminar lentamente hacia la puerta trasera de mi casa, como si quisiera venir a buscarme. En ese momento fue cuando entré en pánico. Comencé a sudar y rápidamente me metí en mi cama y me tapé con todas mis sábanas. Cerré los ojos y todos mis sentidos se agudizaron. Podía sentir el viento frío pasar por mi ventana que había olvidado cerrar, podía sentir a los grillos chirriar; pero lo más importante y espantoso de todo era que podía sentir a alguien subiendo por las escaleras. Sabía que era aquella criatura que había visto hace solo un minuto atrás parado frente a mi gato muerto, sabía que ese ser había sido su asesino, el que lo asesinó de tal forma que emitió aquel grito, un grito imposible, que si a alguien ahora se le ocurriera emular, su garganta se desgarraría. Sabía que iba a correr el mismo destino.

Cada vez sentía más cerca sus pisadas. A pesar de tener forma de un pequeño animal, retumbaban en mi cabeza y eran cada vez más fuertes. Las sentía llegar al final de las escaleras, y luego cruzar el pasillo que llegaba hasta mi habitación. Llegado un momento, las pisadas se detuvieron durante unos segundos, pero solo fue para peor. Escuché mi puerta abrirse lentamente, y sentí que el tiempo se congeló; dejé de escuchar al viento entrar por la ventana, a los grillos chirriar, y solo escuchaba el sonido de la puerta abriéndose. Comencé a temblar como nunca en mi vida había temblado, y escuché un ruido horrible, como si estuvieran arañando mis muebles. Parecía que aquel ser quisiera infundir en mí un miedo tremendo. Dejó de arañar mis muebles e hizo lo impensado: se subió a mi cama y se quedó acostado en los pies de la misma. Pasó un largo rato sin que nada sucediese. No había sentido nada, ni un movimiento extraño en mi cama, ni un sonido de que algo pasara, absolutamente nada. Pero una parte dentro de mí sentía que él seguía ahí. Que no se iría nunca y que esperaba el momento en el que yo me durmiera para acabar con mi vida, pero ¿por qué no lo había hecho ya? ¿Cómo podía saber ello que yo seguía despierto y atento a lo que pasara? Era extraño, ya no temblaba y mi corazón latía normalmente, ni estaba agitado. Era como si mi cuerpo se estuviera rindiendo, resignándose a morir. Debía saber qué pasaba allí afuera de mis sábanas.

Con mucho valor, empecé a arrimar la cabeza sobre ellas con el cuidado de no revelarme demasiado y llamar su atención; solo quería arrimar mis ojos para ver si él seguía allí. Pero, por más que deseara que no estuviera, fue inútil, pues seguía allí observándome fijamente con sus ojos amarillos y penetrantes. Pero no sentía nervios, era como si no supiese que lo estaba viendo pese a que mirara fijamente a mis ojos.

Estuve observándolo unos minutos, o, mejor dicho, vigilando que no hiciera algún movimiento raro, hasta que algo rompió de improvisto ese silencio y tranquilidad que sentía: su horrenda sonrisa demoníaca se dibujó nuevamente en su rostro. Al verla de cerca, era más horrible aún. Comencé a llorar, pero sin hacer ningún movimiento, ningún ruido, nada, las lágrimas solo caían de mis ojos. Esa horrible sonrisa con esos dientes de tiburón, ¿quién podría pensar que lo más horrible que he visto en mi vida fue una sonrisa?

Tras aproximadamente un minuto de mantener la expresión, se paró en la cama y empezó a caminar sobre mi cuerpo hacia mi cabeza. Estaba cada vez más nervioso, cada vez más lágrimas caían de mis ojos. Con cada pequeña pisada que daba, sentía cómo el alma salía de mí cuerpo, hasta que llegó a mí cabeza, siempre sonriendo. Desapareció de mi vista colocándose a un costado de mi cabeza. Sin esperarlo, con un castellano muy poco fluido, dijo a mi oído: «Aún eres demasiado pequeño». Esto fue lo único que escuché provenir de él. Quedé petrificado por el resto de la noche luego de escucharlo.

Cuando regresé en mí, pude moverme y eché un vistazo a la hora. Era increíble, pero ya eran las 7:25 de la mañana. Fue muy extraño cómo más de cuatro horas solo se sintieron pasar como cuatro minutos. Podía volver a sentir el viento entrar por la ventana; me paré y la cerré. Aún estaba muy aterrado, pero antes de cerrarla miré hacia afuera, y el cadáver de mi gato no estaba. Volví a mirar hacia mi habitación, todos los muebles estaban intactos, como si nada hubiera pasado.

Jamás volví a ver a mi gato, mis padres concluyeron que había escapado de la casa. Nunca le conté sobre aquella noche a mis padres. Aun así, ellos vieron algo extraño en mí y me mandaron a un psicólogo, a quien le confié todo lo que había pasado esa noche, pero solo fui por una sesión. Extrañamente, mis padres decidieron que había que mudarnos a otra casa, y eso fue lo que hicimos.

Han pasado ya dieciocho años. Jamás volví a ver a ese ser, pero su recuerdo atormentaba mi mente todas las noches. Hasta hace poco, tuve sueños donde volvía a buscarme y acababa fuera lo que fuera que planeaba hacer esa noche.
Sé que esa criatura volverá por mí, aunque tal vez no en forma de gato. Antes de ello, decidí escribir todo esto para que alguien más sepa mi historia.

¿Tú qué crees? ¿Te consideras demasiado pequeño? Espero que para él lo seas.

Pero, ¿y si no lo eres? ¿Serías capaz de aguantar sus ojos y su sonrisa?

Catdog, el macabro final alternativo de esta serie

Alguna idea de por qué esta gran y exitosa serie de Nick termino de producirse, bueno según cuenta los de el staf técnico de nickelodeon el creador de catdog sufrió de una fuerte y horrible perturbación psicológica tras haberse enterado que su único hijo fue secuestrado y asesinado brutalmente, el creador al tener este gran impacto decidió matar a sus creaciones de una manera brutal y horrible dentro de una historieta, la historieta relata lo harto que está Gato de Perro por su actitud tan hiperactiva esto ocasiona que Gato sufra de un ataque de ira y tome una llave y asesine a su hermano Perro tras este suceso Gato se encuentra en una situación complicada ya que su siamés se encuentra junto a él muerto, y para que no lo acusaran de asesinato idea un plan para que parezca el cadáver de perro completamente destrozado inculpando a otro personaje, la idea de gato era hacer fingir que Perro siguiera el camión de la basura, y entrar a un desguezadero donde el conejo rancio trabajaba, el montó el cadáver de perro dentro de una grúa para desasearse del cadáver, y luego dentro de esa escena aparece un sujeto jamás aparecido en la serie donde enciende la grúa dentro de el deshuesadero y le dice a Gato que sabe todo lo que hizo y le iba a costar caro sus atrocidades, entonces, utilizando el brazo de la grúa lo asesina brutalmente aplastándole el cráneo completamente.

Y así termina la historieta, con la imagen cruda y desgarradora de un perro muerto y un gato sin cabeza. Tras ser terminada esta historieta junto con muchos bocetos de su hijo muerto, el creador de CAT DOG fue internado en un centro de psiquiatría dentro de florida.

La enfermera nocturna

Era su primera noche en el hospital. El bebé dormía en la cuna junto a ella. Había sido un parto difícil, aunque al final todo salió bien. La trasladaron a la sala de maternidad y allí le enseñaron a dar el pecho. Términos que eran totalmente nuevos para ella, como “meconio” o “calostro”, se le hicieron habituales en cuestión de minutos. Y a eso de las diez de la noche, luego de llorar durante casi todo el día, el bebé se durmió. “Ahora descanse, porque mañana será peor”, le sonrió la enfermera. Apagó la luz y se fue. Luisa quedó pensando en la oscuridad, meciendo de vez en cuando la cuna. Pensaba en el padre ausente, y en cómo diablos haría para arreglárselas sola con el bebé. Porque el padre, apenas un chico que acababa de terminar la secundaria, al igual que ella, no tenía intenciones de volver. “Mañana será otro día”, pensó la joven madre, cerrando los ojos.
    Se despertó en mitad de la noche, sobresaltada. Había un ruido del otro lado de la puerta. Un ruido como si alguien en el pasillo caminara y jadeara como un perro. Las pisadas iban y venían, iban y venían. Y ese jadeo. ¿Realmente era un jadeo? Era como una respiración agitada y superficial. El niño a su lado se removió inquieto, y la madre lo meció hasta calmarlo. Tomó el teléfono y discó el número de enfermería.
   -¿Sí?- respondió una voz adormilada del otro lado.
  -Hola, soy Luisa Machado, de la sala 122- susurró la chica, para no despertar al bebé-. Hay un ruido del otro lado de la puerta… no me deja dormir.
    -¿Un ruido?- pareció despabilarse la enfermera-. ¿Un ruido como qué?
   -Parece que alguien camina. Va y viene por el pasillo. Y respira de una forma rara. Como un… jadeo.
   -Oh, Dios- dijo la enfermera a través del teléfono. Se escuchó un clic y al cabo de unos segundos una nueva voz, esta vez más autoritaria, habló con evidente urgencia:
    - ¿Señora Machado?
    -Sí, estoy aquí. ¿Qué…
   -Soy la jefa de enfermería. No salga de la habitación. Por lo que más quiera, no salga.
   -¿Me quiere decir qué es lo que está pasando?- alzó un poco la voz Luisa, ahora asustada.
    -¿Tiene a su bebé ahí?
    -Está aquí conmigo, claro.
    -Abrácelo. Abrácelo con todas sus fuerzas.
    -Es una broma, ¿no?
   -No es una broma. Hay algo peligroso ahí afuera. Pensamos que no volvería, pero nos equivocamos.
    -¿Algo peligroso?- Luisa se incorporó de la cama y miró hacia la puerta cerrada-. Entonces llame a la policía. Y vengan. Ayúdenme…
    -No podemos- dijo la enfermera-. Nosotras también corremos peligro.
   -¿Quién es, por Dios?
   -Es…
   La puerta de repente comenzó a sacudirse. Parecía que alguien, con una fuerza sobrehumana, la golpeaba sin cesar. La respiración se había transformado en una especie de pavoroso grito de hiena, que resonó y se hizo eco en las profundidades del corredor. El bebé de inmediato se despertó y comenzó a llorar, sacudiendo los bracitos con violencia.
    -¡Está golpeando la puerta!- gritó Luisa.
   -¡No abra!- le dijo la aterrorizada enfermera a través del teléfono- ¡No abra y abrace a su bebé! ¡Abrácelo ANTES DE QUE LO LLEVE!
   Luisa no dudó un instante. Ni siquiera pensó en las escalofriantes palabras de la enfermera. Se puso el bebé en el pecho y enseguida la puerta se abrió con un golpazo. Una mujer, vestida de enfermera, entró arrastrándose como una serpiente. El uniforme estaba por completo manchado de rojo, la sangre goteaba y manchaba los mosaicos encerados. Tenía el cuerpo doblado y caminaba apoyada en sus brazos, porque no tenía piernas. Miró hacia uno y otro lado y luego comenzó a trepar por la cuna del bebé. Sus ojos eran ciegos y una lengua bífida asomaba entre sus labios. Luisa se paró sobre la cama, con el niño en brazos, y saltó por encima de la cosa. La enfermera de inmediato se dio vuelta y trató de agarrarla en el aire, pero falló por muy poco. Luisa salió corriendo de la habitación. Miró hacia atrás. La aparición iba tras ella, arrastrando el cuerpo por el pasillo. Sus brazos eran esqueléticos y largos y parecían las patas de una araña. Luisa llegó al final del pasillo y, aún abrazando al bebé, abandonó el hospital. Caminó unas cuadras y luego se sentó en una parada de colectivo, meciendo al niño. No sabía dónde ir. La noche era fría y la chica envolvió al bebé con una manta para protegerlo. Al rato, su celular comenzó a llamar.
   -¿Luisa?- era la voz de la enfermera, que parecía muy preocupada-. ¿Dónde rayos se metió, Luisa? ¿El bebé está bien?
    -Abandoné el hospital. No me van a obligar a volver con esa cosa dando vueltas por ahí- sollozó la chica- ¿Me quiere decir qué diablos era eso?
     -No lo sabemos- explicó la enfermera, luego de una pausa-. El hospital es antiguo, y cuando nosotras llegamos, ella ya estaba aquí. Pensábamos que era una leyenda, hasta que un día, hace diez años, la vimos. Cinco niños murieron esa noche, y uno desapareció.
    -¿Es un fantasma?
  -Es algo peor. Los fantasmas son sólo visiones. Esto es algo… demoníaco. Escuche, Luisa…
   -No pienso regresar ahí, si es lo que se propone- dijo la chica, titiritando de frío. En ese momento pasó un autobús, casi vacío, aunque Luisa no hizo esfuerzo alguno en detenerlo. ¿Para qué? El viaje tarde o temprano terminaría.
    -Escuche, Luisa, porque esto es muy importante- insistió la enfermera-. Debe cuidar de su bebé las veinticuatro horas del día, porque en cuanto se descuide esa cosa regresará y se lo llevará. Cuando elige un bebé, no descansa hasta obtenerlo. Así ha ocurrido siempre. De nada servirá huir, ella la seguirá a donde quiera que vaya. ¿Tiene alguien que cuide del bebé, además de usted?
   -Yo…- dijo Luisa, recordando al padre lejano, y a sus propios padres muertos hacía tiempo. Sabía que estaba sola en el mundo. Tampoco tenía dinero para pagar una niñera-. Lo cuidaré yo misma. No dormiré nunca.
  -Eso es imposible, Luisa. Tarde o temprano tendrá que hacerlo. Y entonces…
   -No dormiré nunca- repitió la mujer, con decisión.
   -Luisa… que Dios la bendiga, Luisa. A usted y al bebé. Ojalá pudiéramos ayudarla…
   La chica cortó. Miró a su bebé, dormido bajo la mantita de lana, y acarició su mejilla sonrosada y tibia.
   -No dormiré nunca, Santi- le prometió al chico, y unas lágrimas calientes triplicaron su visión y le corrieron mejilla abajo- Nunca. Te protegeré. Lo juro por Dios.
    Dice la leyenda que Luisa jamás volvió a dormir. Día tras día, noche tras noche, la chica heroicamente cuidó de su bebé, hasta que éste se hizo mayor y la enfermera nocturna lo dejó en paz. Recién ahí Luisa, convertida en una anciana decrépita pese a que contaba con treinta y dos años, pudo cerrar los ojos y dormir un poco, abrazada fuertemente al niño, y con una lágrima de cansancio, o quizás de alegría, resbalando por sus arrugadas mejillas.

Autor: Mauro Croche.

¡Infeliz Cumpleaños!

Hace casi 30 años en un pueblo pequeño ocurrió este trágico suceso.

En una casa a las afueras vivía una modesta familia; compuesta de un matrimonio de clase media con su pequeño hijo de seis años.

Se aproximaba en pocos días la fiesta del pequeño para su sexto cumpleaños, pero el niño a su padre le pedía una y otra vez un payaso típico para agradar a los pequeños, haciendo reír, cosas con globos o trucos de magia; mas en cambio, por parte de los padres no fue nada fácil, lo intentaron aunque los payasos de las agencias para fiestas infantiles ya estaban ocupados o eran bastante caros.

De repente, cuando apenas ya solo quedaban 2 días para el cumpleaños del niño, la madre se acordó de que su hermano tenía un amigo, Manuel, que buscaba trabajo y pensaban en contratarlo para hacer un favor, un pequeño show en casa del pequeño para sus amigos a cambio de una recompensa.

Al día siguiente llamó Manuel, que haría lo posible por intentar ir y los padres ya estaban mas tranquilos al creer haber solucionado un poco el problema del payaso.

Finalmente el día esperado llegó y el payaso de turno fue puntual con su ropa brillante y su maquillaje divertido, pero había algo en él que al padre no le convencía, y no dijo nada a la familia para no estropear el cumpleaños.

El payaso después de su show decidió llevarse a todos los niños a una furgoneta que los trasladaría a un parque cercano para tomar helados y los padres aceptaron sin saber que esa tarde cambiaría sus vidas para siempre.

Mucho tiempo después, ya casi era la hora de la cena, el payaso no había vuelto y su hijo no aparecía…el padre llamó a las autoridades para denunciar la desaparición de los menores, la mayoría niños menores de 10 años, la madre por su parte llamó al amigo de su hermano por si sabía algo, mas este le dijo que no sabía de que estaba hablando Sofia (la madre), el tenia gripe desde 2 días y estaba en cama todo el día, no sabía nada de la fiesta.

Entonces ¿Quién llevó supuestamente los niños al parque después de entretenerlos?. La tensión empezó a crecer en los padres llegaron hasta a discutir por la situación…el padre le echó en cara a la madre lo de su amigo, no quería traer a desconocidos a la casa, pero ella se defendía alegando que el niño quería un payaso para su fiesta, pero la mayoría eran más caros.

Más tarde salieron con los policías, unos en el coche patrulla y otros en su coche normal, no tardaron ni 1 hora en tener respuestas, aunque no eran la que querían.  Encontraron la furgoneta tirada en malas condiciones, muy lejos del parque donde se suponía que iban a ir, aparentemente sufrieron  un aparatoso y grave accidente, y los cadáveres de niños dentro, en una escena que dejó sin palabras a los presentes; estaban todos lo pequeños pero faltaba alguien; del payaso no había ni un solo rastro...

El oscuro origen del dia de San Valentín

El origen del Día del amor y la amistad no tiene nada de cursi. De hecho, parece más una historia de terror que una romántica, porque involucra sangre, golpes y dos mártires. Si odias esta celebración, lo más seguro es que disfrutarás esta nota. Así que, sigue leyendo.

Como bien sabrán, los antiguos romanos eran algo excéntricos y peculiares con sus tradiciones, por no decir locos y medio bárbaros. Cuenta la leyenda que el origen de San Valentín se remonta a los años consecuentes a la fundación de Roma, cerca del año 753 a. C.

Del 13 al 15 de febrero se celebraba un festival llamado Lupercalia. Si la fiesta no hubiera tenido un giro extremo con el paso de los años, el día de hoy en vez de recibir chocolates y flores, las mujeres recibirían azotes para ser más fértiles.

Vámonos por partes. Estos días eran en honor al fauno Luperco, que según la leyenda tomó la forma de una loba (Luperca) y amamantó a los fundadores de Roma, Rómulo y Remo. ¿A qué no les contaron esta versión en sus clases de historia de primaria?

Bueno, pues la Lupercalia no era una fiesta cualquiera —acá viene la parte oscura y tenebrosa de la historia—. Según el historiador Noel Lenski, los romanos se la pasaban bastante bien en este festival: “Se ponían borrachos y andaban desnudos”.

Además, se sacrificaba a un perro y una cabra. Con las tiras de piel de estos animales muertos se azotaba a las mujeres jóvenes. Todo esto era parte de un ritual para la fecundidad, porque se creía que los golpes las harían más fértiles.

La fiesta, algo brutal, también incluía un concurso para formar parejas. En ésta los hombres sacaban nombres de mujeres de una vasija y la pareja formada debía tener relaciones sexuales hasta el final del festival.

Otro dato no romántico sobre este día: es posible que los antiguos romanos también sean los responsables del nombre moderno de la celebración... porque asesinaron a Valentín.

El emperador Claudio II mandó a ejecutar a dos hombres –ambos llamados Valentín– el 14 de febrero de diferentes años alrededor del siglo III a.C. Como fueron mártires, la iglesia católica los convirtió en santos y así comenzó la celebración del día de San Valentín.

¿Cómo se convirtió en el día más romántico del año?

Con el paso de los años la fiesta pagana Lupercalia dejo de ser tan intensa, pero no dejó de celebrarse, sino que fue adaptándose a su época.

Dramaturgos como Shakespeare y poetas como Chaucer fueron endulzando la celebración en sus obras, hasta que se convirtió en un día dedicado al amor y al romance. Así ganó popularidad en todo Europa y después, en el Nuevo Mundo.

Si no tienes nada que festejar porque estás soltero, siempre puedes pensar en el origen de esta celebración y darte cuenta de que la cursilería a tu alrededor no se trata de una tradición romántica milenaria, sino de un producto de la mercadotecnia. Pero cada quién puede hacer con su dinero y celebrar lo que quiera, para eso somos un país libre.